La conexión entre el cerebro humano, la inteligencia artificial y la robótica es fascinante y evoluciona rápidamente. En esencia, la IA se basa en la idea de crear máquinas inteligentes que puedan realizar tareas y tomar decisiones de manera similar a los humanos, reduciendo errores y aumentando la seguridad y la eficiencia. La conexión entre el cerebro humano, el desarrollo de la IA y su aplicación a la robótica tiene un futuro lleno de implicaciones y oportunidades complejas.

Sin embargo, también existen preocupaciones sobre la relación entre el cerebro y los robots, en particular con respecto al potencial de los robots para reemplazar a los trabajadores humanos. A medida que los robots se vuelvan más avanzados y capaces de realizar una gama más amplia de tareas, ¿reemplazarán a los trabajadores humanos? ¿Cómo alineamos el avance en el campo con nuestros valores de “tecnología para el bien”, específicamente en robótica?

El cerebro humano frente a la inteligencia artificial

El cerebro humano es un órgano complejo que procesa grandes cantidades de información en tiempo real. Realiza muchísimas funciones, incluida la percepción, el movimiento, el aprendizaje y la toma de decisiones. Al considerar los avances en IA, el cerebro humano es la principal fuente de inspiración. Los científicos han estado trabajando durante décadas para comprender cómo funciona y cómo replicar su elegancia en las máquinas.

Por el contrario, la inteligencia artificial (IA) es la capacidad de las máquinas para simular (¿?) la inteligencia humana y realizar tareas que normalmente requieren inteligencia humana, como comprender una variedad de idiomas, reconocer patrones, tomar decisiones simples y complejas y aprender de experiencia a lo largo del tiempo. Aprovechar los avances en IA es fundamental para desarrollar robots inteligentes, como lo hacemos aquí en SK Godelius.

La relación entre la neurobiología y la IA es al menos igual de intrigante. La intersección de estos dos campos puede mejorar en gran medida nuestra comprensión de la inteligencia humana y cómo podemos aprovechar la IA para mejorar nuestra vida cotidiana.

Conexiones inesperadas y una relación compleja

En general, la relación entre el cerebro y los robots es compleja y multifacética. Un área en la que la neurobiología y la IA han sido particularmente fructíferas es el desarrollo de redes neuronales. Las redes neuronales en cierto sentido emulan cómo el cerebro procesa la información. Se basan en la estructura y función de las neuronas y las sinapsis en el cerebro. Al estudiar su comportamiento, podemos obtener información sobre los mecanismos subyacentes del procesamiento neuronal y cómo se relaciona con la cognición y el comportamiento. Al imitar cómo el cerebro procesa la información, estas redes pueden realizar tareas complejas con precisión, sin necesidad de intervención humana. En algunos casos, incluso pueden superar a los humanos en ciertas tareas.

Consulte nuestro blog reciente sobre cómo los avances recientes han hecho posible que la IA permita que los robots operen en entornos no estructurados.

Las primeras aplicaciones de la IA en robótica

Las primeras aplicaciones de IA en robótica se remontan a las décadas de 1950 y 1960. En ese momento, los investigadores estaban explorando el uso de computadoras para simular la inteligencia humana. La robótica fue vista como una aplicación prometedora de esta tecnología.

En las décadas de 1970 y 1980, los investigadores comenzaron a experimentar con aplicaciones más complejas de IA en robótica, como el aprendizaje automático y la visión artificial. Estas técnicas permitieron a los robots aprender de sus experiencias y adaptar su comportamiento en consecuencia, haciéndolos más versátiles y adaptables. Uno de los avances clave en el campo de la IA y la robótica se produjo en la década de 1990, cuando se comenzó a explorar el uso de redes neuronales en robótica, lo que permitió a los robots tomar decisiones más autónomas. A principios de la década de 2000, el desarrollo de técnicas de aprendizaje profundo supuso otro gran avance en la integración de la IA en la robótica. Estas técnicas permitieron a los robots analizar grandes cantidades de datos e identificar patrones y relaciones, haciéndolos más efectivos en tareas de reconocimiento de objetos y análisis de imágenes.

Lo que depara el futuro

Hoy en día, la IA se utiliza en una amplia gama de aplicaciones de robótica, desde la fabricación y la logística hasta la atención médica y el transporte. Uno de los objetivos de la robótica es crear máquinas que puedan trabajar junto con los humanos en una variedad de entornos. Los primeros intentos de IA en robótica se centraron en la creación de máquinas que pudieran realizar tareas simples, como clasificar objetos, apilar bloques y mover elementos de un lugar a otro. Un conjunto de instrucciones preprogramadas normalmente controlaba estos primeros robots y no eran capaces de adaptarse a las circunstancias cambiantes ni de aprender de la experiencia.

Uno de los desarrollos más significativos en este campo es el uso de algoritmos de aprendizaje profundo que permiten a los robots aprender de su entorno y adaptar su comportamiento en función de los datos que recopilan. Esto permite que los robots realicen tareas que antes eran imposibles, como navegar en entornos complejos, reconocer objetos y personas e interactuar con humanos de manera más efectiva.

Otra área de desarrollo es la integración de IA y robótica con otras tecnologías como IoT o computación en la nube. Esta integración permite sistemas robóticos más avanzados y complejos que pueden comunicarse entre sí y con humanos, analizar datos en tiempo real y tomar decisiones basadas en esos datos.

En el futuro, podemos esperar ver el desarrollo de más robots similares a los humanos que puedan interactuar con los humanos de formas más naturales e intuitivas, haciéndolos más útiles para tareas como el servicio al cliente o la salud.

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